El 20 de noviembre de 2008, la erupción del Nevado del Huila dejó una huella imborrable en municipios como Tesalia, Gigante y La Plata. Los flujos de lodo cambiaron los paisajes y recordaron la vulnerabilidad ante la fuerza de la naturaleza, subrayando la necesidad de estar preparados.
Gracias al trabajo del Observatorio Vulcanológico de Popayán y a los Consejos Municipales de Gestión del Riesgo, se logró minimizar el impacto de este desastre. La actualización de mapas de amenaza y el monitoreo constante fueron clave para la respuesta efectiva.
Como consecuencia del evento, el CONPES 3667 de 2010 destinó más de $150.000 millones para reducir riesgos en la zona, reubicar familias y fortalecer infraestructuras críticas. El Centro de Operaciones de Emergencias en La Plata es uno de los legados de este esfuerzo.
La jefa de Gestión del Riesgo de Huila, Isabel Hernández Ávila, destacó que “la gestión del riesgo es un esfuerzo colectivo que necesita la unión de todos los actores”. Fortalecer la preparación sigue siendo una prioridad para un departamento vulnerable a múltiples amenazas.
Este aniversario es un recordatorio de la importancia del conocimiento y la acción preventiva en la gestión del riesgo. Proteger vidas debe seguir siendo el principal objetivo frente a los retos de los desastres naturales.