Colombia brindó el último adiós al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay en una emotiva serie de actos que reflejaron tanto su impacto político como el profundo dolor nacional.
Tras su fallecimiento el 11 de agosto —dos meses después de ser víctima de un atentado durante un mitin en Bogotá—, se llevó a cabo una despedida solemne en la Catedral Primada de Bogotá, en medio de fuertes medidas de seguridad y una notable ausencia del Gobierno Nacional por respeto a los deseos familiares
La jornada inició en el Capitolio Nacional, donde se instaló una cámara ardiente en el Salón Elíptico que fue visitada por familiares, congresistas y ciudadanos, sumando miles de asistentes en señal de condolencia. Posteriormente, el ataúd fue trasladado hacia la Catedral Primada, donde se ofició la misa de exequias, en una ceremonia cargada de simbolismo y acompañamiento institucional y público.
Entre los asistentes destacaron expresidentes como César Gaviria, Ernesto Samper y Juan Manuel Santos, además de una representación diplomática internacional. Una de las escenas más conmovedoras fue protagonizada por su hijo menor, Alejandro, y su esposa María Claudia Tarazona, quienes ofrecieron un gesto simbólico dejando rosas blancas sobre el ataúd del senador, en un momento cargado de emotividad.
El cortejo fúnebre continuó hacia el histórico Cementerio Central de Bogotá, donde Uribe fue sepultado en medio del recogimiento y el lloro silencioso de quienes lo acompañaron. Su partida generó una ola de solidaridad y cuestionamientos sobre la escalada de violencia política en Colombia, especialmente considerando que su asesinato rememora ciclos trágicos del pasado en el país.