Viralización. Por donde usted ingrese a la red social que escoja o de su preferencia, va a encontrarse con videos de procedimientos realizados por agentes de tránsito en diversas regiones. Lo que sucedió en Neiva el pasado 6 de septiembre cuando fallecieron los jóvenes auxiliares de Policía Yuly Andrea Quinayas Campo y Wilmer Santiago Fuyar Ocampo, encendió las alarmas frente a la legalidad de los procedimientos que se vienen realizando por las autoridades de la materia en la jurisdicción.
Para nadie es un secreto que la incultura de muchos de los ciudadanos es el primer indicativo negativo frente a la conducta obediente a la hora de encontrarse con un control o retén, como suele llamársele a esta serie de dispositivos que se instalan para verificar la documentación de los vehículos que a diario circulan, en nuestro caso por la ciudad de Neiva y el Huila.
Existen grupos de WhatsApp creados únicamente con el propósito de informar en donde se ubican los controles para así evitarlos y violar la norma (no tener tecno mecánica, soat vencido, conducir sin pase, no portar el casco etc). Es decir, previamente muchas de las personas saben que son infractores y olvidan que está en juego la vida de ellos y de terceros, por cuanto otra cantidad de moradores emplean esta modalidad del transporte -la motocicleta- para reducir los costos y aminorar el tiempo de llegada al trabajo u otros destinos.
El segundo punto es real. La mayoría de los agentes o guardas de tránsito que prestan el servicio llegan a estas posiciones por recomendación política fundamentalmente de concejales y el mismo Alcalde de turno. Pocos se han preparado con la rigidez que obliga semejante responsabilidad y su aparición en estas lides pareciera los vuelve súper humanos. No existe en gran parte de ellos un patrón de buenos modales. En ocasiones regañan y maltratan verbalmente a quien está mal parqueado, pero quien también lo hace por alguna razón de urgencia, no siempre por violar las normas viales.
Claro, hay en otros casos muy buenos agentes: preparados, profesionales y conocedores de la norma. Saben escuchar y dialogan con la gente. Enseñan la reglamentación y hasta sugieren de buena manera al ciudadano para evitar ser “partidos” como habitualmente se conoce. Para los primeros, “partir” es la prioridad. Sancionar y sacar partes, los hace valientes y con mayor autoridad. Olvidan que debe existir un tema de enseñanza preventiva como una misionalidad, amén de la responsabilidad profesional y social.
“Ni tanto que queme al santo ni tanto que no le alumbre”, podría ser la frase que encaje a la perfección. Requerimos respeto de lado y lado. La muerte de estos dos jóvenes patrulleros debe ser punto de partida relevante para hacer un trabajo más eficiente y certero. Las campañas viales se perdieron. En el pasado las administraciones de turno lideraron espacios en los medios de comunicación, hicieron presencia en los colegios en donde parte de la cátedra de la neivanidad tenía fundamentos que apuntaban en ese sentido.
Me sorprendí recién comenzó la actual Administración que lidera el ingeniero Germán Casagua, cuando en alguna de sus declaraciones en radio la Secretaria de Movilidad Edna Cruz, dijo que por primera vez ella estaba haciendo operativos. Aduje que desconocía que estos son más viejos que andar a pie. Los controles siempre han existido y un hecho tan particular como el sucedido el 6 de septiembre, denota la falta de planeación y la existencia de un plan de acción real, ante los sucesos o situaciones que puedan resultar. La presunción de inocencia prima en los actores involucrados, mientras las investigaciones por parte de la Fiscalía avancen.
Una versión aduce: “La persecución no se derivó de una infracción a las normas de tránsito, se derivó por la omisión de socorro que cometió este mismo muchacho con las dos niñas en la moto. Previamente en la 7ª con 21 había un control nocturno por la restricción de motocicletas…de pronto el joven con la motocicleta enviste a uno de los agentes ocasionándole molestias, en ese sentido se tiene como desenlace la persecución buscando que respondiera por el hecho”, relata uno de los testigos. Infortunadamente la historia terminó con la tragedia viralizada.
Cápsula 1: Alguna vez leí un principio en la escala de valores que reza: los jefes siempre son los responsables. Esto para advertir que alguna autoridad debe responder. No siempre el agua sucia debe caer sobre el más débil. Hay responsabilidades disciplinarias que no pueden evadirse.
Cápsula 2: Por experiencia. Los controles o retenes deben estar acompañados de servidores públicos entre ellos: Procuraduría, Personería o Defensoría del Pueblo. La Policía debe hacer parte del mismo. Esto genera un blindaje institucional.
Cápsula 3: Conocí que varios de los agentes de tránsito han recibido amenazas. Recordemos que ellos son seres humanos con familias y que nadie puede hacer justicia por su cuenta.