Por: John Hammer León Cuellar
Comunicador Social y Periodista
𝘔𝘶𝘤𝘩𝘰𝘴 𝘤𝘢𝘧𝘪𝘤𝘶𝘭𝘵𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘏𝘶𝘪𝘭𝘢, 𝘩𝘢𝘯 𝘣𝘢𝘴𝘢𝘥𝘰 𝘴𝘶𝘴 𝘴𝘶𝘦ñ𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘱𝘳𝘰𝘱𝘪𝘢𝘴 𝘦𝘹𝘱𝘦𝘳𝘪𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘪𝘯𝘧𝘢𝘯𝘤𝘪𝘢. 𝘈𝘲𝘶í 𝘭𝘢 𝘩𝘪𝘴𝘵𝘰𝘳𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦𝘴𝘢𝘳𝘪𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘰𝘤𝘤𝘪𝘥𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘱𝘢𝘳𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘶 𝘮𝘢𝘳𝘤𝘢 𝘯𝘢𝘤𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘯𝘪ñ𝘢 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘭𝘦𝘤𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘤𝘢𝘧é.
Juliet Jimena Trujillo es empresaria, caficultura del municipio de la Plata, al occidente del departamento del Huila. Participó hace poco en la Feria Internacional de Café, Cacao y Agroturismo, Ficca, desarrollado en la ciudad de Neiva.
Tiene su propia marca, se llama Aroka Café. Su experiencia como caficultora es una historia ejemplar en el territorio departamental. Señala que este tipo de certámenes que se desarrollan en el Huila, como la quinta versión de Ficca, permiten conocer muchas historias en torno a la vida de los caficultores.
Reseña que, si bien el Huila es el productor número uno de café en el territorio colombiano, y es muy reconocido por su tasa y por los atributos que tiene este producto, es importante resaltar también todas las experiencias que rodean a los productores que han surgido y hoy se mantienen en el mercado nacional e internacional, historias que están sembradas de lucha y entrega por este oficio en los campos y fincas huilenses.
“Nuestra empresa, Aroka Café, es nacida en el municipio de La Plata, gracias a recursos del Fondo Emprender del Sena en el año 2016, a donde aplicamos como iniciativa empresarial, y que son capital semilla, ya sea condonable o reembolsable que el Servicio Nacional de Aprendizaje entrega a emprendedores colombianos para financiar la creación y consolidación de empresas, como política pública del gobierno nacional”, recuerda Yuliet.

“Soy hija de productores del municipio de La Plata. Pero este oficio de la caficultura inicialmente lo comenzaron mis abuelos, después mis padres, pero en la década de los 90, pues cuando llegó la Broca, plaga que acaba con los cultivos de café, hubo muchas necesidades y de ahí fue que mis padres se fueron al pueblo a rebuscarse la vida mientras que nosotros terminamos nuestros estudios”, complementa la caficultora.
El sueño de seguir con esta tradición, les permitió terminar el bachiller. Sin embargo, como no había tantas oportunidades laborales en ese tiempo, dejó un poco su suerte a los vaivenes del amor, y fue cuando primero concibió familia. Ya con estas responsabilidades tuvo que trabajar como vendedora ambulante, vendió tinto de termo en la plaza de mercado de su municipio, pero nunca dejó el deseo de seguir estudiando.
“Siempre supe que seguirse preparando en la vida es el truco para salir adelante. Fue cuando me acerqué al Sena, e inicié mis estudios y me gradué como tecnóloga en producción agrícola y luego hice una especialización en análisis de calidad de café, donde vine a conocer un mundo totalmente diferente, porque nosotros aprendemos lo que es sembrar, producir, pero en ese tiempo solo se llegaba hasta la producción y se vendía a las compras de café. No se hablaba de calidades de café o de transformación como ahora”, asegura la dueña de Aroka Café.
𝙎𝙚 𝙡𝙚 𝙖𝙗𝙧𝙞ó 𝙪𝙣 𝙣𝙪𝙚𝙫𝙤 𝙢𝙪𝙣𝙙𝙤
Haber estudiado en el Sena le permitió abrirse a un mundo grandísimo en muchas apuestas que hay dentro del café, muchas líneas, una de las cuales es la catación, para lo cual, aprendió el proceso de probar y evaluar las cualidades sensoriales de un producto como el café, su sabor, aroma y la calidad, utilizando los sentidos.
“De ese nuevo mundo aprendí muchas cosas, y ahora soy catadora y torrefactora, es decir experta en probar y definir las calidades del sabor del café, y también aprendí el proceso de tostar los granos de café verde. Es cuando presento un proyecto a Fondo Emprender donde tenemos una planta de producción y la idea inicial era empezar a prestar servicios directamente a los productores para cambiar el tema del consumo, porque en las fincas se consume mucha pasilla, que son los granos defectuosos que se separan del café de selección y trillado”, argumenta.
Hoy esta empresaria tiene cerca de 200 clientes productores de café que acuden a su planta con mínimo una arroba, donde se lo transforman y luego pueden probar un delicioso café directamente en sus fincas, de mejor calidad.
“Hemos empezado también con el proceso de exportación de nuestra marca, Aroka Café, buscando abrimos a ese comercio, que no es fácil para llegar a clientes del exterior, pero para esto son este tipo de ventos, como el de Ficca, vitrinas nacionales e internacionales que muestran lo mejor del grano insigne del Huila para el mundo”, manifiesta la plateña.

𝙀𝙣𝙩𝙧𝙚 𝘼𝙧𝙤𝙢𝙖𝙨 𝙪𝙣 𝘾𝙖𝙛é
Su planta de producción de café tostado, se llama ‘Entre Aromas un Café’ y cuando empezaron, los productores del grano les llevaban una arroba de pergamino seco a su empresa, donde se lo trillan, se lo tuestan y lo entregan molido para el consumo directamente.
“Entonces ahí estamos incentivando a cambiar la cultura del consumo para que pasen de consumir pasilla de café, a café transformado, de buena calidad, cambio que sí se ha notado en las fincas”, comenta.
Y de la calidad ella advierte que eso depende del gusto de los clientes, porque eso es dependiendo de los tipos de tuestes. “Uno como tostador puede sugerir un tueste medio, pero hay gente que no le gusta y sólo quiere que les quede oscuro. Sin embargo, uno les sugiere que no lo dejen tan quemado y les indica por qué no se debe quemar un café”, expresa.
Señala que su propia marca de Café, Aroka, son las iniciales de su empresa, la planta o laboratorio, Aromas de Café. “Este nombre trae consigo un recuerdo de mi infancia, cuando mi padre nos llevaba a la finca a recolectar el grano de los cultivos. Nosotros nos hacíamos en la parte de abajo a ayudarle a recoger los granitos que se caían y recuerdo esa palabra, “entre aromas”, porque está uno ahí agachadito recolectando esos granos respirando esos aromas al lado y lado de la finca”, recuerda.
𝙏𝙤𝙙𝙖 𝙡𝙖 𝙛𝙖𝙢𝙞𝙡𝙞𝙖 𝙩𝙧𝙖𝙗𝙖𝙟𝙖 𝙥𝙖𝙧𝙖 𝙥𝙧𝙚𝙨𝙩𝙖𝙧 𝙪𝙣 𝙗𝙪𝙚𝙣 𝙨𝙚𝙧𝙫𝙞𝙘𝙞𝙤
Entre Aromas un Café, tiene como socios a toda la familia de Yuliet, comprometidos para surgir unidos y avanzar en el mejoramiento de la calidad del servicio que prestan a los productores cafeteros.
“Mi esposo me colabora con el proceso de trillado del café, yo soy la tostadora y mis hijas me colaboran con el empacado y con mis hermanos tenemos una sociedad con la que manejamos una tienda de bebidas de café en el municipio de La Plata”, asegura.
En la infraestructura de su planta se cuenta con una trilladora de 80 kilos hora, una tostadora del lecho de fluido de marca nacional Ingesec, de 12 kilos en Almendra, el Molino, y también un laboratorio de calidad.

“Prestamos un servicio adicional que es el de perfilación, donde traen una muestra y uno les hace el perfil, se les catación y les mostramos un resultado final de cómo está su producto, y unas sugerencias de análisis físico donde les decimos qué deben mejorar dentro del cultivo, qué cambios pueden realizar, ya que en un análisis físico uno puede darse cuenta si tiene un 2% más de altura en defectos como broca, pasillas, partidos, entonces hay que mirar cómo se controla todo eso dentro del cultivo; y si es falta de cuerpo pues les decimos qué deben mejorar en temas de fertilización y ya en cuanto a beneficio si le pueden ampliar horas de fermentación para el grano”, argumenta.
Toda esta información se la entregan al cliente en una ficha técnica de perfilación que el productor puede pagar, aunque algunos sólo van por el principal servicio que es el de tueste de su café.
“Sin embargo los que pagan por este servicio adicional, entienden que esa ficha es de mucha utilidad porque va información y resultado final del análisis físico, sensorial, y observaciones de mejora, que les sirve a estos caficultores realizar un mejor proceso de fermentación en sus fincas”, comenta.
𝙉𝙪𝙚𝙫𝙤𝙨 𝙧𝙚𝙩𝙤𝙨, 𝙣𝙪𝙚𝙫𝙤𝙨 𝙚𝙭𝙥𝙚𝙧𝙞𝙢𝙚𝙣𝙩𝙤𝙨
Con gran expectativa esta mujer huilense ha observado cómo hoy en día ya no se habla de café de 86, o de 87 puntos en taza, sino que están hablando ya de café de más de 90 puntos en taza, con nuevos experimentos de procesos de fermentación, con manejo de química, y toda una cantidad de procesos de innovación en el mercado, que la dejan con la boca abierta.
“Eventos como el de Ficca, y otros que hay alrededor del mundo, sirven precisamente para eso, para examinar cómo se está moviendo el mercado y de ahí pues vienen nuevos retos para los caficultores, porque el mundo del café es infinito”, comenta.







