Por Jairo Herrera // Folclorista y Escritor
Al final de las fiestas, recordar un viaje por aquellos bellos tiempos cuando nuestros cuerpos eran saludables y se podía descansar en una estera, barbacoa, catre y cuja.
Mucho antes de existir la comodidad y el confort para dormir en una buena cama y un buen colchón, existieron en nuestro departamento la estera, la barbacoa, la cuja y el catre. Nuestras viejas habitaciones en bahareque, pisos de barro por su frescura requerían de una estera elaborada en bejucos, aunque las habían sencillas y dobles, pintadas con semillas que al combinarlas obtenían diversos colores.
Las tradicionales habitaciones sin puertas y ventanas tenían cerca a la pared de barro, unas barbacoas o paseras elaborada con guaduas y los más pudientes las hacían en madera. Las sábanas eran bolsas en lona donde venía empacada la harina para hacer pan.
Para no desechar la piel de la vaca, ésta era utilizada y amarrada por sus extremos simulando una cama dando la forma de una mesa de billar y le llamaban la cuja.
La cuja consistía en un marco de madera con patas, templada con cuero de vaca y sus extremos estaban amarrados con cabuya, se decía que era medicinal. Con el tiempo aparece el catre, elaborado en madera y soportado con una lona almidonada con almidón de yuca, para que quedara bien templada.
El catre tiene cuatro patas cruzadas y para asegurarlo le introducían palitos de madera resistentes, luego fueron reemplazados por barritas de hierro y en la actualidad son tornillos y tuercas.
Que bellos tiempos aquellos cuando nuestros cuerpos eran saludables y se podía descansar en una estera, barbacoa, catre y cuja. Decían nuestros abuelos que nadie sufría de dolor de cabeza o de espalda. Nos preguntamos: ¿Por qué cambiar estas comodidades tradicionales?
Quizás debe ser por orgullo y darle pasó a la modernidad, porque quien hoy en día no tenga una lujosa cama y un buen colchón, será víctima de la crítica de su vecino.