El roble negro, una especie forestal endémica y en peligro de extinción, encontró en el Huila su mayor refugio en Colombia. En 2023, un fenómeno inusual sorprendió a la comunidad: los robles fructificaron de manera exponencial en áreas del Parque Nacional Cueva de los Guácharos y el Corredor Biológico Guácharos-Puracé, lo que motivó a organizaciones ambientales y campesinas a actuar para su conservación.

Uno de los principales esfuerzos nació en Palestina y Acevedo, donde grupos comunitarios rescataron plántulas y crearon semilleros para garantizar su supervivencia. La Fundación Cerca Viva, conformada por familias campesinas, logró sembrar más de 1.000 plántulas y ha donado árboles a colegios y reservas naturales, promoviendo la reforestación en la región.

Gracias a estas iniciativas, se ha logrado proteger un robledal de 20 hectáreas, donde se ha implementado un sendero ecológico que permite a visitantes conocer esta especie emblemática. Además, las comunidades han desarrollado estrategias de conservación sin intervención artificial, monitoreando la regeneración natural del bosque.

El compromiso con el roble negro llevó a estos guardianes a ganar la convocatoria de los Proyectos Ciudadanos de Educación Ambiental (Proceda) de la CAM, lo que les permitió fortalecer sus acciones con asesoría especializada y equipos tecnológicos. Esta labor ha inspirado a otras organizaciones locales, como YaguaEte y la Asociación de Mujeres Campesinas, a sumarse al proceso de restauración ecológica.

La conservación del roble negro también ha impulsado iniciativas sostenibles, como la apicultura en la Reserva Natural La Riviera en Palestina, donde apicultores reubican abejas en los bosques de roble, protegiendo tanto la biodiversidad como la producción agrícola local.