Desde muy joven, Liseth Chaverra demostró vocación por el servicio militar, heredada de su padre, quien fue soldado profesional. Su ingreso a la Escuela Militar de Suboficiales marcó el inicio de un camino lleno de desafíos y satisfacciones, siendo su primera unidad el Batallón de Apoyo y Servicios para el Combate N.° 9 Cacica Gaitana, de la Novena Brigada en Neiva, Huila.

«Aquí traté de demostrar que tenía las capacidades para ser suboficial instructor líder. Mi Batallón me dio la oportunidad y empecé a concursar. Llegamos 29 en total, de los cuales yo era la única mujer. Finalmente nos graduamos 16», relató la suboficial.

Ser la única mujer en un curso predominantemente masculino no fue una tarea fácil. Sin embargo, la suboficial superó todas las expectativas, demostrando que las mujeres son capaces de desempeñar cualquier rol con igual o mayor eficiencia que los hombres. Su capacidad para liderar, disciplinar y entrenar a los soldados, aunada a su conocimiento profundo de los reglamentos militares, hoy la han convertido en una referente dentro de su unidad militar.

«El rol del SIL es fundamental para la formación de nuevos soldados. Mi labor consiste en transformar a civiles en militares capacitados, disciplinados y capaces de tomar decisiones acertadas en situaciones de alta tensión. La figura del SIL, con su sombrero, cordón y reata, simboliza autoridad, templanza y rigidez, cualidades esenciales para el desempeño de esta función», explicó.

Su labor trasciende la instrucción militar; ella es la primera guía de los soldados recién incorporados a prestar su servicio militar, inculcándoles valores como la disciplina, el liderazgo y el compromiso con la patria. Su rol es esencial, transmitiendo no solo conocimientos técnicos, sino también principios éticos y morales que sustentan a la institución. Ella es un testimonio vivo de cómo un SIL moldea el futuro del Ejército, asegurando que cada nuevo soldado esté preparado para enfrentar cualquier desafío.

Esta mujer, de 23 años, asegura que ha enfrentado importantes desafíos, pero que nunca se ha rendido y siempre ha perseguido sus metas, demostrando que cuenta con las capacidades necesarias.

Su historia es un ejemplo inspirador para todas las mujeres que aspiran a una carrera militar. Demuestra que las barreras pueden ser superadas con esfuerzo, dedicación y talento. Al ser la primera mujer SIL en un curso mixto, ha abierto el camino para que otras mujeres sigan sus pasos y ocupen posiciones de liderazgo dentro del Ejército Nacional.

Su logro no solo es un orgullo personal, sino también un hito para la institución y para la sociedad en general.