El Gobierno de Venezuela denunció una presunta intención de Estados Unidos de instaurar una guerra en Latinoamérica y el Caribe, en medio de la creciente tensión por el despliegue aeronaval estadounidense en aguas caribeñas. El presidente Nicolás Maduro calificó esta acción como un intento de desestabilización y afirmó que su país no se rendirá “ante el imperialismo norteamericano”.
Durante el acto conmemorativo del 47 aniversario del Comando de Defensa Aeroespacial Integral, el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, aseguró que Washington busca “devolver en bolsas negras a jóvenes estadounidenses”, aludiendo a las consecuencias de una eventual confrontación. No obstante, insistió en que Venezuela “sigue clamando por la paz”, aunque manteniéndose en “rebeldía” frente a lo que consideró una “acción nefasta” del Gobierno estadounidense.
Padrino denunció además un intento de intimidación con el sobrevuelo de aviones F-18 sobre el golfo de Venezuela, reportado por el servicio Flightradar24, y aseguró que el país está preparado para responder ante cualquier agresión. También rechazó la confiscación de un buque cargado con crudo venezolano, calificándola como una “violación flagrante” al derecho internacional y a la libre navegación.
El hecho se refiere al petrolero Skipper, interceptado por Estados Unidos frente a las costas venezolanas. Según Washington, el buque —sancionado desde 2022— transportaba 1,9 millones de barriles de crudo de PDVSA y tenía antecedentes de contrabando de petróleo iraní. El gobierno venezolano, por su parte, denunció el operativo como un “robo descarado”.
Maduro arremetió contra Washington al afirmar que las “fórmulas de mentiras, presión y chantaje” no surtirán efecto. Mientras Estados Unidos sostiene que su despliegue militar en el Caribe busca combatir el narcotráfico, Caracas lo interpreta como un intento de derrocar al mandatario venezolano. En respuesta, Venezuela se declaró en “movilización militar permanente” ante lo que considera una amenaza directa.
