Los eclesiásticos y laicos designados para colaborar en el Cónclave prestaron juramento de confidencialidad en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, en cumplimiento de la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis. El acto fue aprobado por el cardenal camarlengo Kevin Joseph Farrell y los tres cardenales asistentes, conforme al artículo 48 de dicha constitución.
El juramento prohíbe estrictamente divulgar información sobre las votaciones, usar instrumentos de grabación o romper el secreto de lo que ocurre durante la elección papal. La sanción por violar esta confidencialidad es la excomunión automática (latae sententiae), reservada a la Santa Sede. Este compromiso se extiende incluso más allá del periodo del Cónclave.
El compromiso no recae únicamente en los cardenales electores, sino también en todo el personal aprobado que participa en la logística del proceso. Entre ellos figuran ceremonieros, religiosos, médicos, cocineros, empleados de servicios, técnicos, conductores, miembros de la Guardia Suiza y del equipo de seguridad del Vaticano.
Antes de firmar el juramento, todos los involucrados recibieron una explicación detallada de su significado. Luego, en presencia del camarlengo y dos protonotarios apostólicos, recitaron y firmaron la fórmula oficial, sellando así su compromiso con el sigilo absoluto que rodea la elección del nuevo Pontífice.
